Aquí estoy con mi compañera de piso, comiendo Red Vines y donuts del Tesco, haciendo nuestro maratón anual de películas de terror y esperando a ver si los niños de Bayswater llaman a la puerta de nuestro lúgubre piso en el sótano. Y hablando de lo mucho que me gustan las pelis chungas de terror.
La tercera parte de la noche (1971)
No es una película estrictamente de terror como la obra maestra del género de su autor, la posterior Posesión (1981), pero el debut en largometraje de Zulawski, con su típica intensidad, es una de las películas que más desazón me ha producido nunca, gracias a su ambiente malsano y claustrofóbico, su estetica entre lírica y emponzoñada, y su versión la vez original y extrañamente realista de la violencia de la ocupación Nazi de Europa. Amores obsesivos, una agria paleta de colores, dopplegangers, escenas apocalípticas y planos muy cercanos de piojos. Me gustan las películas incómodamente personales, con ese equilibrio entre lo abstracto y lo narrativo, sin solución.
The Blood on Satan’s Claw (1970)
La hermana pequeña de una de mis favoritas, Witchfinder General (1968). mi eterna fascinación con la caza de brujas en Inglaterra, con las cicatrices de ese mundo vuelto del revés que acontenció a mediados del siglo XVII. Este film se desarrolla en una época posterior pero tiene ese ambiente de una isla pertubada. La sombra de Matthew Hopkins es alargada, pero aquí Satán es real, aunque es difícil simpatizar con aquellos que buscan desterrarlo de la profunda campiña. Una película de explotación con regusto de mito folk. Una película fea y cruel.
Candyman (1992)
Candyman es una película mucho más chunga de lo que su fama de típica slasher movie de principios de los 90 haría pensar. Curiosamente consciente de temas como el racismo y el privilegio, y como afectan tanto a algo tan palpable como los temas immobiliarios, y algo tan indefinible como la cultura oral y las leyendas urbanas. Con hermosas imágenes y un antagonista por una vez justamente seductor y carismático. La desdibujada frontera entre la atracción sexual y la repulsión.
Daughters of Darkness (1971)
La película de culto más culto jamás hecha, o un catálogo de razones por las que me apasiona el cine eurotrash. El vampirismo como liberación sexual (mejor aún, como fluided sexual, todos los vampiros son queer y orgullosos) no es una idea nueva pero nunca ha sido tan bella como filmada por Harry Kumel. La condesa Bathory haciendo cosplay de Petra Von Kant, seduciendo inocentes como una Carmilla de los años 70, inocentes con mucha necesidad de ser seducidos, envueltos en la arquitectura y moda de la época, hortera y hermosa. Quizás simplemente un catálogo de todo lo que amo.
Rabid (1977)
Injustamente considerada una obra “menor” de Cronenberg, por su estilo claramente de serie B y con afán de shock, para mí es su obra cumbre. El erotismo inherente de los accidentes de coche, el horror del cuerpo, la naturaleze letal del sexo, todo está aqui, pero en cutre e histérico. Una mujer sale de una operación a vida o muerte con un pene en la axila, un pene que penetra y mata y se convierte en todo un slash killer. Cronenberg nunca debió seguir haciendo películas. Con esta ya está todo dicho.
The Embryo Hunts in Secret (1966)
Más una película de psicópata y tortura por la vía pinku que terror tradicional, el axfisiante film de auteur extraordinario Koji Watamatsu, es como una versión realmente sadomasoquista y valiente de Misery. Pero la lectura y desenlace de esta historia resulta (quizás sin intención, a pesar del compromiso político que siempre tuvo el director) feminista y liberadora. El verdadero monstruo en esta película de terror es el patriarcado.
The Addicton (1995)
La única película de vampiros americana que merece la pena. Quizás en doble sesión con Nadja (1994). A veces es como si Hal Hartley hubiese hecho una película de terror, y a veces es como si la cámara la llevase Garrel, y todo el metraje es marvillosamente pedante (venid a mi pedantes y pretenciosos, sois mi gente). Todas las películas deberían estar protagonizadas por estudiantes de filosofia. O al menos tener la decencia de estar protagonizadas por Lili Taylor.
Midori (1992)
Es literalmente imposible hacer justicia al genio enfermizo y granguiñolesco de Suehiro Maruo, uno de los creadores realmente revolucionarios del medio del manga, pero esta adaptación de una de sus obras más conocidas es un buen acercamiento a su universo de gore y regocijo en la violencia sexual. Una obra maldita y poco vista, que conserva la fascinante repulsión del original.
La noche del terror ciego (1972)
Incontables horas pasadas en las butacas del Antiguo Instituto de Gijón, visionando película cutre tras película infumable en el glorioso ciclo Mejor Imposible me ha dejado con una efinidad personal por los “heroes” del cine de terror B Español. No sólo Jess Franco (a quien con los años llegué a apreciar como el genuino genio visual que era) sino figuras menos internacionales, como Paul Naschy o Amando de Ossorio. Su cuarteto de films sobre caballeros templarios levantados de la tumba, un popurrí de explotación, sustos baratos y mitología ibérica, es imprescindible visionado.